(Historias) El aspirante a caballero
- Así que te han enviado para ser entrenado caballero – el veterano jinete observó al joven con una divertida sonrisa - ¿y como es que no te entrena el maestro de armas de tu familia chico?
El joven le respondió sonrojándose
- Verá mi familia procede de campesinos, mi padre es comerciante y ha ganado lo suficiente para comprarme el equipo, y creo que también ha llegado a un acuerdo con usted.
- ¡Ah, si! Ya recuerdo, aquel apestoso cerdo vestido con ridículas sedas que se atrevió a acercarse a mi en la taberna. Supongo que estaba demasiado borracho para atravesarlo o me tentó su hinchada bolsa – Escupió en el suelo con desprecio – Que asco, ahora hasta un piojoso campesino con padres que cuidaban puercos se atreve a entrar en la caballería, como si con bonitas armas y armaduras ya fueras un noble.
El aprendiz permaneció en silencio
- ¿Qué sabes del honor chico? ¿Crees que se puede comprar? No muchacho, te has equivocado de sitio, vete al imperio, ahí aceptarán tu dinero.
- Pero señor, no hay caballeros mejores que los de Bretonia, yo quiero formar parte de ellos, no me importa lo difícil que sea. Si me dais una oportunidad no os decepcionaré.
- Bien chico, ¿sabes por qué somos los mejores? Porque hemos sido criado como nobles, nuestra vida ha sido la espada y el caballo, somos máquinas destrucción, luchamos en equipo y nunca abandonamos a un compañero. Somos los mejores porque los pensamientos no enturbian nuestro valor, o lo que es lo mismo, somos completamente idiotas, ya me entiendes, descerebrados, nulos, lentos, retrasados...: la dama y el reino, eso es lo único que nos importa. Dime chico ¿Crees que alguien con dos dedos de frente cargaría con cinco compañeros contra cien goblins? Pues un servidor lo ha hecho. ¿Has estado en alguna batalla hijo? – el muchacho negó con la cabeza - Lo suponía. No se si sabes que nuestro trabajo es formar un batallón perfecto, alinearnos frente al enemigo y cuando el general diga carga, nosotros cargamos, ¿qué las cosas van bien? Estupendo los magos, los auxiliares, los arqueros... todos nos siguen dando grandes gritos, ¿qué van mal? Pues esa caterva de cobardes da media vuelta mientras nosotros aguantamos el tipo, porque un caballero nunca huye chico.
- Mmm, a lo mejor el imperio no es tan malo, si, creo que allí también hay buenos caballeros.
- Bien pensando muchacho, pero ahora ya es tarde para dar marcha atrás.
- ¿Cómo tarde?
- He usado el dinero de tu padre para pagar ciertas deudas. Así que tu entrenamiento empieza ahora mismo, en este bosque.
- ¿Como? ¿En este bosque?
- Venga baja del caballo y te cuento
El joven bajó de su magnífica montura y echo un vistazo a su alrededor, se encontraban en un claro de un bosque cercano al pueblo donde había conocido al caballero.
- Verás, aquí los jóvenes cadetes pasan la prueba de acceso, ¿no creerás que vamos a aceptar a cualquier hijo de papá no? La orden no tardaría en corromperse. Te explico: en este bosque viven una especie de puercos negros montados en cerdos, tendrás que enfrentarte a ellos, si quieres salir.
- ¿Qué es eso, matar puercos en cerdos para salir? No entiendo
- Bueno, la gente común los llama orcos negros en jabalí, pero vienen siendo puercos en cerdos, Tú solo tienes que salir, con vida quiero decir. Tu caballo y yo te esperaremos en el pueblo, hasta mañana. Si no llegas entenderé que has muerto y obviamente venderé tu caballo.
El aprendiz se sentía mareado, todo le daba vueltas, apenas si podía sostener sus armas.
- ¿Orcos negros? ¡Pero es imposible! Por favor devuélvame mi caballo, tiene razón no puedo ser caballero bretoniano, fue una tontería de mi padre, pero por lo que más quiera no me deje aquí, le daré lo que me pida – El muchacho histérico se agarraba a las pata de la montura del caballero, suplicando a voz de grito.
- Lo siento chico, pero he dado mi palabra, y baja la voz o tardarán menos encontrarte. Venga tranquilo, toma una manzana para cuando tengas hambre. Yo me voy, tu tranquilo, que la disfrutes con salud. Y si te ves perdido cierra los ojos y reza a la dama.
- ¿Me salvará?
- No, pero con los ojos cerrados no verás venir el hacha.
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